sábado, 6 de febrero de 2016

CUANDO YO ME VAYA


Cuando yo me vaya, no quiero que llores,

quédate en silencio, sin decir palabras,

y vive recuerdos, reconforta el alma.

Cuando yo me duerma, respeta mi sueño,

por algo me duermo; por algo me he ido.

Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada,

y casi en el aire, con paso muy fino,

búscame en mi casa,

búscame en mis libros,

búscame en mis cartas,

y entre los papeles que he escrito apurado.

Ponte mis camisas, mi sweater, mi saco

y puedes usar todos mis zapatos.

Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama,

y cuando haga frío, ponte mis bufandas.

Te puedes comer todo el chocolate

y beberte el vino que dejé guardado.

Escucha ese tema que a mí me gustaba,

usa mi perfume y riega mis plantas.

Si tapan mi cuerpo, no me tengas lástima,

corre hacia el espacio, libera tu alma,

palpa la poesía, la música, el canto

y deja que el viento juegue con tu cara.

Besa bien la tierra, toma toda el agua

y aprende el idioma vivo de los pájaros.

Si me extrañas mucho, disimula el acto,

búscame en los niños, el café, la radio

y en el sitio ése donde me ocultaba.

No pronuncies nunca la palabra muerte.

A veces es más triste vivir olvidado

que morir mil veces y ser recordado.

Cuando yo me duerma,

no me lleves flores a una tumba amarga,

grita con la fuerza de toda tu entraña

que el mundo está vivo y sigue su marcha.

La llama encendida no se va a apagar

por el simple hecho de que no esté más.

Los hombres que “viven” no se mueren nunca,

se duermen de a ratos, de a ratos pequeños,

y el sueño infinito es sólo una excusa.

Cuando yo me vaya, extiende tu mano,

y estarás conmigo sellada en contacto,

y aunque no me veas,

y aunque no me palpes,

sabrás que por siempre estaré a tu lado.

Entonces, un día, sonriente y vibrante,

sabrás que volví para no marcharme.
Carlos Alberto BoaglioPapillón

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