miércoles, 1 de abril de 2009

SIGUIENDO EL HILO, BUSCANDO EL PRINCIPIO DE TODO


Bueno, comenzando con lo primero, -valga la repugnancia que diga la redundancia *¿o será rebuznancia?*- bueno, últimamente han pasado cosas en mi vida, que me han tenido más agobiada que las normales. Últimamente me he puesto a recontar los años en los que según yo seguía un hilo de camino, y que tuve que modificar para poder llegar al resultado requerido. Solo que como Hansel y Gretel me perdí…definitivamente, me perdí.


No supe donde quedaron las ganas y la valentía, los sueños y la fantasía, se que andan por ahí, pero imagínense un cajón desastre en los que hay infinidad de cosas inútiles y otras que no te acordabas que tenias, ( no te hagas que se que lo tienes) y pasa el tiempo y te comienza a dar flojera, buscarle ahí, porque sabes que te puedes encontrar desde un bichillo indeseable, hasta algo que pique o una típica sustancia pegajosa, que no sabes ni lo que fue…entonces como cada vez te cuesta más cerrarlo pues optas por no abrirlo. (Salvo cuando quieres guardar algo que te estorba y no sabes dónde ponerlo) Y es ahí donde te olvidas y lo dejas pasar, haciéndote la promesa que algún día, lo vas a ordenar pero los días pasan y pasan y lo único que sucede es que el cajón solo acumula basura que la mayoría ni sabes para que la guardaste o cual es el significado de que la hayas guardado ahí.


Lo más propio es agarrar el cajón y sin mirar, tirarlo todo para desocuparlo…


Eso es lo mas propio…pero no. Siempre que lo abrimos bien dispuestos a tirarlo todo “sin ver” te encuentras con que esa envoltura de chicle motita de plátano, te la dio tu ex novio de la secundaria, y que ESE boleto de camión, en el cual los números del folio suman “21” fue el culpable de que te besaras por primera vez, a la hora del recreo.


Y revuelves y revuelves y te das cuenta que aunque ya traigas los dedos victimados con esa sustancia extraña y pegajosa, disfrutas –y como no- guardas de nuevo las evidencias, los recuerdos que te pesan tirar y si estas de buenas, los acomodas, -aun bien acomodado, dícese más bien atascado- el cajón sigue sin cerrar bien, los guardas y se va al caño, las intenciones de desahogar tu cajón desastre.


En el mejor de los casos, solo sonríes y lo tiras o le tomas fotos, o consideras guardar lo más importante sin tentarte el corazón tiras la mayoría de cosas inútiles, que pues ni te acuerdas que guardaste o porque lo hiciste, como ese tazo de los tinny toons-que dicho sea de paso ya ni los televisan, y tampoco el trompo ese de de plástico que nunca sabe uno como armarlo que sale en las sabritas, y que uno lo guarda con la promesa de que lo va a armar nomas pa´ ver cómo funciona. Mhmm…


Yo si tengo mi cajón desastre es mas confieso que no nomas tengo uno, si no tres. Y no es que sea una persona que recoge basura de la calle, ni una chica tipo “Club del desayuno” esa que se vestía de negro que iba y robaba los objetos más raros solo para parecer diferente y esconder su verdadero yo…si no que tiendo a guardar y esconder todo lo que me estorba.


Supongo que tanta turbación, últimamente es eso. Que no puedo o no quiero, mas bien, desahogar todo lo que hay en el cajón desastre interno. Y no es que crea mucho en los psicólogos, o no, simplemente que tengo miedo de encontrar lo que convenientemente he olvidado, lo que si se es que hay un desmadre entre el “ello” y ” el super yo” que ni mi “yo” y yo, entendemos.
Ahora si estoy frita.


Papillón

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